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martes, 31 de julio de 2012

Poema sobre Slenderman

¡Hola a todos! El otro día unos amigos me hablaron sobre una criatura de una leyenda británica llamada Slenderman, que tiene los brazos muy largos como ramas y se dedica a perseguir y cargarse a niños. Hice un poema y he dedicido colgarlo. (Sheeta soy yo, es el mote con el que me llaman aquellos que me contaron esto). Si lo leéis, espero que os guste.

POEMA SOBRE SLENDERMAN
Por Sheeta
-
Era ya tarde, de noche se había hecho,
y Sheeta se fue a la cama para poner sus ideas en barbecho.
Una vez instalada se acordó de Slenderman y por un instante sintió cierta preocupación,
pero la espantó rápidamente y, disponiéndose a dormir, se dio la vuelta en el colchón.
La ventana abierta estaba
por la persiana casi cubierta,
ni el más ligero airecillo se filtraba
y la habitación ardía cual sauna infecta.
Irritada en lo más hondo por aquel apabullante calor,
Sheeta cometió el error de abrir los ojos y mirar al exterior.
A través de la pequeña ranura que no ocultaba el cristal la luna no brillaba,
y las hojas de los árboles cercanos se movían por una brisa que hasta el cuarto no transportaban.
Sin embargo, una tenue luz todavía se filtraba,
de pronto las ramas próximas cierto aura siniestra cargaban.
Sheeta recordó las palabras pronunciadas por Patri: “cada vez que mires a la distancia Slenderman allí estará”,
Si bien se tranquilizó añadiendo: “no pasa nada, mi miopía me protegerá”.
“Si mis ojos no disciernen nada en la distancia y ni tres en un burro puedo avistar
dudo mucho pues que mi corazón se asuste por algo que me quiera atacar”.
“Sí, ojos que no ven corazón que no siente…
pero eso no quita que haya cosas que estén presentes”.
De repente, Sheeta ya no sentía tanta seguridad ni se conseguía relajar,
y se empezó a comer el tarro y por tanto cada vez más a inquietar.
Aguzó sus ojos de topo cegado
y se atrevió a estudiar el lejano entramado.
Podía percibir el color de piedra del edificio del colegio,
así como su patio y su cerca de barrotes regios.
Estiró el cuello y escudriñó el cartel con el nombre de la escuela,
así como los postes de las dos banderas, negros como letras de esquela.
Eran finos, la vaga silueta de un torso dibujaban…
Y, en su parte superior, algo que parecía una luz blanquecina portaban.
Se trataba de una bombilla encendida, demasiado similar a una cabeza redonda cual bola de billar;
Sheeta se acordó de la descripción de Ruski y Patri y se empezó a acojonar,
a esas alturas ya nada más quería reflexionar
y comenzó a sentir deseos relativos a del cuarto escapar.
“No”, se dijo con firmeza, “esta es una buena ocasión para demostrar mi valor,
aguantaré junto a Slenderman toda la noche y perteneceré a Griffindór”.
De modo que volvió a tumbarse
y comenzó a buscar una manera de relajarse.
El viento fuera susurraba, los minutos transcurrían
Y las ganas de huir de Sheeta no disminuían.
Al final, la única manera que encontró de protección
fue encogerse y taparse con el edredón.
Ahora el calor completamente la achicharraba,
pero al menos un poco más lejos de Slenderman estaba.
Evocó la regla de la lejanía en última instancia
y tembló al ver las ramas de los árboles a tan escasa distancia.
“Si a él no te acercas nada te hará”, había dicho Patri.
También había previsto: “esta noche no te dormirás”.
Y efectivamente, básicamente tuvieron que pasar las ocho horas de sueño enteras
Para que Sheeta finalmente se olvidase de la leyenda y se durmiera.
Podría no haberse olvidado de que Slenderman era un ser del folclore anglosajón
y que no iba a viajar en un día a España para traumatizar a una niña del montón.

Fin :D

1 comentario:

  1. ese no es el opema del slenderman |:( yo digo el poema de cuando se juntan todas las cartas del bosqe aunque me encanto la historia :D gracias

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