♪Let me take you down,cos' I'm going to Strawberry Fields...Nothing is real...And nothing to get hung about...Strawberry Fields Forever♫

lunes, 12 de diciembre de 2011

Quince


Esto lo escribí a veinte días del 14 de Diciembre, primero en el metro y luego en la cama antes de irme a dormir. Espero que me entendáis.

Faltan veinte días.
Recuerdo que al principio del todo me costaba asumirlo, o simplemente se me olvidaba en cuanto la gente me preguntaba cuántos años tenía.
También recuerdo que el día que los cumplí me parecieron una maldición, la entrada a algo para lo que no estaba preparada ni tenía ganas. Pero en el fondo me daba igual, porque era como si no estuviesen y no los consideraba míos.
Sin embargo, con el tiempo empecé a cogerles cariño, e incluso llegué a sentirme orgullosa por poder contestar con aquella cifra cuando me preguntaban por mi edad. Me gustaba el sonido del número, y todas las maneras de las que podía interpretarse. Bastante pequeña en comparación con unos. Demasiado mayor en comparación con otros. No recuerdo haber conocido a nadie que acertase a la primera con ellos, pero sí a muchos que pensaban que no los aparentaba.
Y ahora, siento que ya no están hechos para mí. Se me están desprendiendo, como una muda de piel que ya es demasiado vieja. Son una parada que he de dejar atrás, y a la que recordaré con nostalgia mientras sigo adelante sabiendo que ya nunca más podré regresar a ella.
Hay gente que ya se encuentra en una edad a la que se asisten a más entierros que nacimientos. Yo todavía me encuentro afortunadamente lejos de ella, pero tengo la sensación de que me ocurre algo parecido, aunque no sea en absoluto equiparable. A lo largo de este año he visto a mucha gente perderlos, despedirse de ellos y decirles hola a los dieciséis. Algunos con satisfacción, otros con resignación. Y también tengo muy claro que perteneceré a los segundos.
He descubierto que no me gusta crecer. De hecho,ahora detesto crecer. Hay ratos en los que pienso en ello y me regodeo con la idea. Pero rápidamente vuelvo a mi opinión inicial y me hundo en la frustación. Porque aún soy como una niña, y cumplir años es equivalente a que te quiten ese juguete que tanto te apoya en tu día a día de la infancia y hace que todos comenten lo adorable que eres.
Pero, a pesar de todo, no he de sentirme mal. Ni triste, ni apenada, ni afectada. He de sentirme feliz.
Fueron una piel aceptable, con las escamas quebradizas en algunos puntos y un color un tanto soso, pero así la próxima saldrá mejor. Seré una serpiente débil y vulnerable hasta entonces, con la piel sensible y blandita, pero valdrá la pena esperar. Y, de las paradas de tren que he recorrido hasta ahora, me ha resultado una de las más interesantes y peculiares. El trayecto se me ha hecho interminable, pero al final no lo era, y ya casi ha llegado a su fin. Debería haber disfrutado un poco más con las vistas, y haberme sentido agradecida por las condiciones del vagón; ahora me arrepiento profundamente de no haberlo hecho. En este próximo recorrido procuraré ir todo el rato con la nariz pegada a la ventana, y no despegaré los ojos del cristal.
Sigue gustándome su sonido.
Quince, quince, quince.
Es inútil que trate de retenerlos. Se me escurren entre los dedos como la arena de un reloj. Y no los dejaré marchar, ellos se irán lo quiera o no. Así que debo aceptarlo, no hay más remedio. Si se cumplen unos años, significa que has cumplido todos los anteriores. Si se llega a una edad, significa que has atravesado todas las demás. Si mueres, es que has vivido.
Me imaginaré los dieciséis como una tela carente de costuras, un traje que tengo que confeccionar a mi medida. Le zurciré el cuello, le abullonaré las mangas, le coseré los bajos, lo remataré con ribetes, le daré pespuntes, y si no me gusta (cosa probable, porque tal como lo he descrito debe de quedar horrible), lo descoseré y volveré a empezar. Cortaré el hilo sobrante, y observaré con ojo crítico cómo me ha quedado.
Tengo todos los materiales que quiera para hacerlo, pero me falta patrón. Habrá que ir improvisando, o irá saliendo sobre la marcha, a veces con sorprendente facilidad, otras con irritante dificultad. Y valdrá la pena.
De momento no hay nada planificado ni predeterminado, sólo ideas vagas. ¿Cómo quedará?
Quién sabe.
Lo único seguro es que, cuando llegue el momento, me encontraré impaciente por empezar.

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