Evidentemente no, lo veo en tus ojos llenos de ira.
Es curioso cómo la alegría puede transformarse en envidia
Y el afecto más sincero en el odio más candente.
Tus sentimientos te recorren y abrasan tu interior, recorriéndote como un león en llamas.
El más fuerte de ellos es el arrepentimiento
por haber cometido ese estúpido error,
una mala acción contra ti misma.
Porque realmente no te importaría en absoluto que le pasase algo malo
a esa persona en la que piensas todo el rato y hacia la que proyectas tus malos sentimientos.
A primera vista podría parecer un reflejo de ti misma
pero pasaste por alto un pequeño detalle: para los ojos de los demás resulta mejor.
Sus adentros son mucho más pobres que los tuyos,
pero su exterior es más dulce y atrayente y eso es lo que cuenta, ¿o no?
Permitiste que la mitad alternativa pasase a convertirse en una igual
y como no lo impediste, ahora asume tu papel con un mohín encantador.
¿Qué pensaste que todo esto te iba a reportar?
Tal vez muchas cosas, pero desde luego no felicidad.
Sin embargo, yo te recomiendo que lo dejes pasar: lo hecho hecho está
y tanto tu cuerpo como tu alma ya están demasiado llenos de ira
como para conseguir volver al tranquilo equilibrio inicial.
Pero no los ates con cadenas.
Tampoco puedes poner ninguna trampa que les impida liberarse.
Escrito hacia la medianoche del martes 13, después de darle muchas vueltas, y con un bolígrafo de tinta rosa chillona.
Escrito hacia la medianoche del martes 13, después de darle muchas vueltas, y con un bolígrafo de tinta rosa chillona.